

ESTADOS UNIDOS (Octubre 2024).- La reciente publicación de la Comisión Global sobre la Economía del Agua (GCEW) revela un diagnóstico contundente sobre la creciente crisis hídrica global. De acuerdo con el informe de 194 páginas, el agua es la principal víctima de la crisis climática y requiere una respuesta colectiva urgente.
Para 2030, la demanda de agua dulce superará la oferta en un 40%, poniendo en riesgo la mitad de la producción de alimentos y amenazando la estabilidad de comunidades alrededor del mundo. «La nueva economía del agua comienza por reconocer que el ciclo hídrico debe ser gestionado como un bien común global», subraya la Comisión, formada en 2022 por los Países Bajos con científicos y economistas destacados.
La GCEW está co-presidida por Tharman Shanmugaratnam (República de Singapur), Ngozi Okonjo-Iweala (directora general de la Organización Mundial del Comercio); Mariana Mazzucato (Profesora de Economía de la Innovación y el Valor Público en el University College de Londres y directora Fundadora del Instituto de Innovación y Propósito Público de la UCL), Johan Rockström (Profesor de Ciencias del Sistema Terrestre en la Universidad de Potsdam y director del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático), Henk Ovink (director ejecutivo de la Comisión Global sobre la Economía del Agua). La GCEW funciona en forma independiente y la contribución de los profesionales es en carácter personal.
El informe resalta que décadas de mala gestión y subvaloración del agua han deteriorado ecosistemas esenciales, promoviendo la contaminación y agotamiento de los recursos hídricos. «El ciclo hidrológico está desequilibrado como nunca antes, comprometiendo un futuro equitativo y sostenible para todos», sentencia el documento.
Esta crisis impacta particularmente en las zonas agrícolas y urbanas, donde se está agotando el agua dulce, y en las ciudades, donde la sobreexplotación de acuíferos amenaza con hundir el suelo.
Además, el informe advierte sobre el “agua verde” -la humedad almacenada en suelos y plantas, fundamental para la generación de lluvias-, un recurso crucial que ha sido ignorado en la gestión hídrica actual. «La degradación de los ecosistemas de agua dulce no solo es resultado del cambio climático, sino que además lo acelera y afecta la biodiversidad», enfatiza el informe.
La escasez hídrica ya afecta a casi 3.000 millones de personas y compromete la seguridad de más del 50% de la producción mundial de alimentos. Además, sin medidas correctivas, los problemas relacionados con el agua podrían reducir el PIB global en un 8% para 2050, con países de bajos ingresos enfrentando pérdidas de hasta el 15%.
Hoy, más de 2.000 millones de personas carecen de acceso a agua potable, y la falta de servicios sanitarios seguros impacta a 3.600 millones de personas, cobrándose la vida de 1.000 niños al día debido a enfermedades derivadas de esta carencia.
“Hay más de mil niños menores de cinco años mueren cada día por enfermedades causadas por el agua y el saneamiento insalubres. Las mujeres y las niñas pasan 200 millones de horas cada día recolectando y acarreando agua. Los sistemas alimentarios se están quedando sin agua dulce y las ciudades se están hundiendo a medida que se secan los acuíferos que las cubren”, resumen en el informe, graficando la dramática situación que se enfrenta en el presente, y el alerta que significa para la gestión futura de los recursos hidricos.
Por ello, consideran cinco misiones principales, pero la primera es impulsar una nueva revolución en los Sistemas Alimentarios. La revolución verde, hace más de medio siglo, logró aumentar significativamente los rendimientos agrícolas y sacó a millones de la pobreza.
“Hoy, necesitamos una nueva transformación agrícola que reduzca la dependencia de grandes cantidades de agua y fertilizantes nitrogenados, sustentando el planeta mientras se fortalecen los ingresos de los agricultores y se garantiza una nutrición equitativa para todas las poblaciones”, sostienen los expertos.
Es crucial avanzar en la eficiencia hídrica, maximizando el rendimiento por cada gota de agua y conservando la humedad del suelo. Esto se logrará mediante el acceso ampliado de los agricultores a técnicas de microirrigación y la adopción de variedades de semillas y patrones de cultivo resistentes al clima.
Aunque en las próximas décadas el riego deberá incrementarse para satisfacer la demanda alimentaria, se estima que una combinación de estas medidas podría reducir el consumo de agua en el riego en al menos una cuarta parte para 2050.
Para optimizar estos avances, es esencial implementar regulaciones que limiten las extracciones de agua, asegurando que los ahorros no se destinen a expandir áreas de riego o a cultivos que requieran más agua. Paralelamente, la adopción de sistemas de agricultura regenerativa será clave para preservar la salud del suelo, aumentando el almacenamiento de carbono orgánico y la retención de agua. La meta es que al menos el 50% de las tierras de cultivo mundiales adopten estas prácticas regenerativas para 2050.
Alcanzar este objetivo requerirá la colaboración de grandes coaliciones agroindustriales para transformar las cadenas de suministro, así como el diseño de soluciones centradas en los agricultores, que impulsen la demanda de productos regenerativos y recuperen técnicas tradicionales sostenibles.
Para enfrentar la crisis, la Comisión sugiere valorar el agua en función de su verdadero valor, considerando su rol en el ciclo de carbono y su papel vital en los ecosistemas. Propone ajustar precios y subsidios, incentivando un uso eficiente y sostenible en todos los sectores. “Este enfoque transformador busca que las economías asignen el agua adecuadamente desde el inicio y eviten soluciones de emergencia”, recalcan en el prólogo del documento los copresidentes.
El informe también insta a una colaboración integral, desde el nivel local hasta el global, impulsando la innovación y promoviendo un ciclo de inversión y creación de capacidades. Inspirado en el Informe Stern sobre la economía del cambio climático y el Informe Dasgupta sobre biodiversidad, esta nueva visión propone una hoja de ruta hacia la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua de 2026, con una agenda que espera restaurar el equilibrio en el ciclo hídrico y garantizar el derecho al agua.
La Comisión aboga por un enfoque inclusivo en la solución de la crisis, incorporando las voces de jóvenes, mujeres, comunidades marginadas y pueblos indígenas, quienes son guardianes fundamentales del agua.
“Este camino requiere diálogo continuo y compromiso con la justicia y dignidad, respetando los ecosistemas y protegiendo el bienestar humano”, concluyen los copresidentes. Con esta perspectiva, se plantea un nuevo contrato social que impulse a gobiernos, empresas y ciudadanos a contribuir al bien público.
El documento concluye con un conjunto de recomendaciones para valorar y gobernar el agua de manera de estabilizar el ciclo hidrológico, permitir la seguridad alimentaria y la dignidad humana, y mantener el sistema terrestre seguro para la humanidad.
“Todas nuestras recomendaciones se basan en la necesidad de que la justicia y la equidad sean principios clave intrínsecos a una gestión del agua más eficiente, dinámica y sostenible, y no simplemente un complemento”, enfatizan los expertos.
1. Gobernanza global del ciclo hidrológico
El ciclo del agua debe considerarse un bien común global, entendiendo su interdependencia en los flujos de agua azul y verde y su vínculo con la crisis hídrica, el cambio climático y la pérdida de recursos naturales. Además, es esencial reconocer cómo el agua fluye a través de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
2. Establecer un mínimo de agua para una vida digna
Es necesario establecer un estándar mínimo de agua para la dignidad humana, proponiendo 4.000 litros por persona por día como punto de partida. Este suministro debe priorizar a quienes han sido dejados atrás.
3. Valorar el agua como recurso fundamental
El agua debe valorarse acorde a su escasez para fomentar su uso eficiente y equitativo, y preservar su función en los ecosistemas.
4. Fomentar mercados e inversiones en todo el ciclo del agua
Los mercados deben orientarse hacia la innovación en el uso, suministro y conservación del agua, integrando las inversiones en agua azul y verde. Estas inversiones deberían enfocarse en beneficios económicos y sociales sostenibles a largo plazo.
5. Crear alianzas para afrontar la crisis del agua
Es vital promover alianzas en misiones clave para la gestión del agua, fomentando la innovación en políticas y tecnologías:
6. Fomentar colaboraciones público-privadas sostenibles
Las alianzas público-privadas deben ser eficientes, equitativas y ambientalmente sostenibles.
7. Fortalecer y diversificar el financiamiento en agua
Es urgente aumentar la calidad y cantidad del financiamiento, priorizando inversiones hídricas que preserven los ecosistemas y beneficien a largo plazo.
8. Usar datos como base para la toma de decisiones hídricas
Una infraestructura global de datos sobre el agua permitirá acciones informadas a nivel local y mundial, incluyendo la integración de conocimientos locales e indígenas.
9. Crear una gobernanza mundial del agua
El agua debe ser reconocida como un tema de alcance tanto local como global, y es necesario establecer un Pacto Mundial del Agua con metas claras para estabilizar el ciclo hidrológico y proteger los recursos hídricos.